Hace casi año y medio, el mundo se embarcó en una montaña rusa de incertidumbre y muerte causada por el entonces nuevo Coronavirus. Desde su comienzo, COVID-19 se han hecho parte del vocabulario común en el mundo. Saber acerca de la propagación del Coronavirus fue posible por el crecimiento acelerado de tecnologías de comunicación y de una nueva generación de personas quienes prefieren interactuar por medio de dispositivos digitales. Por la misma tecnología vimos el surgimiento del movimiento Black Lives Matter; supimos de la muerte de personas afrodescendientes y racializadas a manos de la policía y las autoridades de inmigración; aprendimos acerca de las profundas inequidades sociales, políticas, y económicas que forman nuestras sociedades, incluyendo acceso a la vacuna para COVID-19; pudimos ver y escuchar, en vivo, el poema cautivador y desafiante de Amanda Gorman, cuando habló durante la inauguración del electo nuevo presidente de los E.E.U.U. Joe Biden; y supimos acerca de cambios múltiples en la arena política alrededor del mundo y de la guerra injusta que lleva Israel contra palestinos. Nuestros dispositivos digitales también nos permitieron ser testigos virtuales del descubrimiento de una tumba no identificada donde 215 niños/as Indígenas fueron enterrados en los terrenos de las escuelas residenciales católicas indias en Kamloops, British Colombia. Mientras tanto, la existencia humana se ve crecientemente amenazada por el potencial de un apocalipsis ambiental y por el surgimiento de super virus que se resisten a las drogas.
Las noticias de incidentes, tragedias, y movimientos emergentes en el mundo rápidamente se convierten en noticias viejas por la alta velocidad en la que somos bombardeados con información. En ningún momento en la historia humana hemos estado tan conscientes del ritmo rápidamente cambiante de la realidad y de nuestras tradiciones culturales en la medida de lo que ahora somos. Parece que nos hemos quedado cautivados por las noticias e información “más recientes” y “más nuevas” al mantenernos conectados/as. Sin embargo, esa misma riqueza y accesibilidad a la tecnología contribuye a nuestra reducida habilidad de concentrarnos, a no poner atención, y a no poder conectarnos en los niveles personales humanos. Estas muchas preguntas son sin duda el resultado de la nueva realidad que confrontamos a medida que el mundo sigue encogiéndose, y a medida que nos volvemos dolorosamente conscientes de nuestro poder destructivo en este nuestro planeta. Estos asuntos múltiples que menciono no son solamente temas para mayor discusión y exploración; estos son también parte de los mismos procesos de reconfiguración cultural que estamos experimentando en todo el mundo. Estos temas son también parte del complejo abanico de fuerzas sociales entrelazadas que están surgiendo en la medida que el mundo se hace más consciente del legado de la colonización, y de los esfuerzos colectivos de lucha por justicia en todo el globo terráqueo.
Enmedio de esta jungla de problemas sociales, preocupaciones culturales, y desafíos humanos, la devoción religiosa y la espiritualidad parecen estar ganando terreno. Pero estas ya no más son dominadas por el cristianismo. Un nuevo fermento interreligioso está emergiendo al grado que nuevas iglesias, mezquitas, y centros de espiritualidad digital surgen por todos lados, aun cuando continuamos viendo escándalos de líderes religiosos, y de completas tragedias directamente influenciadas por la religión y la teología. Parece que finalmente estamos preparados para aceptar el hecho que la teología puede ser contada como otra fuerza cómplice en el proyecto colonizador. Para estudiosos/as/xs de la religión y teólogas/os/xs ya no se trata de continuar normalmente. A medida que las personas luchan con la pérdida de seres queridos cuyas vidas fueron truncadas por el coronavirus, resurgen las preguntas del significado de la vida. No es sorprendente que las teologías de la liberación y discursos decoloniales están ganando espacio y cobrando fuerza, des-cubriendo la multiplicidad de asuntos que la teología debe tener en cuenta, además de la necesidad de pensar acerca de la realidad desde las bases—donde las personas viven la vida y tejen sus propias tradiciones religiosas en su cotidianeidad.
En ese sentido y como parte de esa combinación de asuntos emergentes hoy, nos complace ofrecerles la edición 2021 de Perspectivas. Cada uno de los artículos nos ayuda a ampliar nuestra visión y entendimiento de la experiencia religiosa latina/o/x, en respuesta de asuntos contemporáneos pertinentes a estas comunidades. En el primer artículo, Neomi DeAnda presenta un rico entrelazamiento de eventos históricos, recuentos mitológicos, y de costumbres religiosas acerca de la devoción de María de la Leche en dos diferentes sitios religiosos. DeAnda traza algunos de los aspectos históricos que contribuyeron al surgimiento de dichas devociones, cómo éstas han cambiado con el tiempo, y cómo han resistido la prueba del tiempo. Ciertamente, latinas/os/xs están familiarizados con la esperanza y la desesperanza, como lo muestra el segundo artículo por César Baldelomar. Tomando un acercamiento filosófico robusto, el interactúa con el campo de la ética y el énfasis omnipresente de una esperanza cristiana otromundista. Baldelomar desafía nociones de Esperanza románticas y utópicas con lo que él denomina una postura “realista”, reclamando las ricas tradiciones del Afro-pesimismo y la desesperanza latina/o/x. Él toma de estas ricas tradiciones para reorientar nuestra imaginación ética hacia posibilidades futuras. Es precisamente ese futuro el que Hanna Kang, en el tercer artículo, nos invita a reconsiderar mientras revisamos nuestro pasado. Como lo haría Breny Méndoza al clamar los árabes como parte de la mezcla mestiza en Honduras, y mucho en la manera de la que Ricardo Feierstein reclama la presencia judía en Argentina, Kang amplifica la visión del mestizaje una vez más, registrando la presencia asiática tanto en Latinoamérica como entre los/as/xs latinas/os/xs. Además, ella amplía nuestra visión de este término tan discutido para crear espacios donde podamos recobrar la presencia asiática entre nosotros/as/xs.
En esta edición 2021 de Perspectivas, también nos sentimos honrados/as/xs al poder ofrecer las presentaciones celebrando el Premio de HTI al libro del año 2020 otorgado a Peter Mena. Nos sentimos orgullosos de proveer estas presentaciones por Jacqueline Hidalgo, Luis Rivera Pagán, y Kristi Upson-Saia, incluyendo la respuesta a estas presentaciones por Peter Mena. Cada una de estas presentaciones y la respuesta de Mena ilustran algunos de las áreas de crecimiento de las teologías latinas/os/xs y su versatilidad al abordar marcos teóricos críticos y textos antiguos.
Ofrecemos este tomo como fuentes de trabajo e invitación a continuar nuestro trabajo en los espacios académicos y no académicos.
Néstor Medina, Senior Editor.