Hace no mucho tiempo, yo estaba en una discusión en la que los que participaban hablaban de teología en un sentido universal y sin matizar sus afirmaciones. Tomé nota de la conversación por la obvia ausencia de cualquier sentido de diversidad teológica. Por ausencia de diversidad quiero dar a entender aquí a la falta de estudiosos y teólogos racializados y del sur global. Aunque ninguno de los participantes lo dijeron explícitamente, me era evidente que los participantes de tal discusión se referían a las expresiones de teología europeas occidentales y anglo noratlánticas. Parecía que los participantes ignoraban el hecho que a partir de los 1960s ha habido una rica proliferación de corrientes teológicas que deberían hacer difícil que cualquier persona hable de la teología sin reconocer esta amplia diversidad de expresiones teológicas. Después de la conversación comencé a pensar acerca de las condiciones dentro de la academia que previenen a académicos a que entren en contacto con y puedan aprender de esta maravillosa gama de discursos teológicos. En algunos círculos, he notado que esta variedad de discursos es reducida a la etiqueta de “teologías contextuales”. En otros, la gente agrupa esta diversidad de teologías bajo el lenguaje de teologías de la liberación.
Las realidades que estas escuelas representan se extienden más allá de una nomenclatura específica que las etiquetas contextual y liberación puedan sugerir. Las preocupaciones, los desafíos que estas confrontan, la realidad social a la que se están dirigiendo, los/as actores/as envueltas/os, las comunidades desde las cuales hablan, y las lecciones teológicas que ellas ofrecen son irreducibles a una sola definición y categoría. Para complicar más las cosas, cada una de estas escuelas teológicas son internamente diversas y corresponden con múltiples puntos de interés y perspectivas. Eso es ciertamente verdad en lo que respecta a las escuelas teológicas latinas/os/xs. La gama de asuntos y preocupaciones confrontadas por estudiosas/os/xs y los temas que han abordado en el transcurso de los años se han multiplicado exponencialmente. Ya por un tiempo—como diría Fernando Segovia—hemos cesado de pensar de nosotras/os/xs como teólogas/os/xs y académicas/os/xs de segunda clase. ¡Al mismo tiempo, cabe reconocer que—en las palabras de Ada María Isasi-Díaz—la lucha continúa!
A pesar de nuestras luchas, tenemos un legado voluminoso de grandes contribuciones, nuevos conocimientos teológicos, y acercamientos metodológicos que ahora pueden ser encontrados en todo el espectro teológico académico. Nuestros trabajos y nuestros escritos son ahora el sujeto de disertaciones doctorales por una nueva generación de estudiantes de teología de los grupos dominantes como aquellas/os/xs que son racializadas y minorizadas, incluyendo nuestras/os/xs propias estudiantes latinas/os/xs. Así que nos encontramos en una encrucijada particular en la que una nueva generación de latina/o/x académicas/os/xs están abordando críticamente nuestras contribuciones teológicas previas, y en el proceso están expandiendo nuestras contribuciones al estudio crítico de la teología.
Tres de los artículos en este volumen de Perspectivas exhiben el baile para adelante y para atrás entre, por un lado, la apreciación crítica del legado teológico de las generaciones anteriores, y por el otro, la imaginación de maneras de avanzar y responder a nuestra realidad contemporánea. Considerando las recientes discusiones de sinodalidad por el papa Francisco, Amirah Orozco aborda un proceso de reclamar los Encuentros por el Ministerio Hispano como expresiones contextuales de sinodalidad desde los 1970s. Mientras tanto, Neal Spadafora se ocupa de una lectura crítica del tratamiento de Marx por Enrique Dussel con el fin de resaltar las resonancias entre el Marxismo y el pensamiento teológico Latina/o/x. En el tercer artículo, Isabela Leonor Rosales nos invita a repensar creativamente como tratamos la cuestión de las comunidades Indígenas, en la medida en que trabajamos para crear un marco teórico decolonial. Rosales nos reta a ir más allá de romantizar a las identidades indígenas y, en su lugar, entrar en una “auténtica solidaridad” con estas comunidades.
El cuarto y último artículo discute la enseñanza moral católica en relación con asuntos de la identidad sexual y sus implicaciones para miembrxs de las comunidades LGBTQIA+. Tomado el ataque trágico en el club nocturno Pulse en Florida en junio del 2016 y otros estudios etnográficos como punto de partida, Leonardo Mendoza propone otras avenidas para repensar la enseñanza moral católica en conversación con el trabajo de Shawn Copeland y de Ada María. También estamos alegres de incluir cinco reseñas de libros (dos de las cuales han sido traducidas al español) que demuestran la producción teológica continua por estudiosas/os/xs latinas/os/xs. El equipo editorial está encantado de ofrecer a nuestras/os/xs lectoras/es/xs este volumen de Perspectivas del 2023.
Néstor Medina, editor principal