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Jun 06 2018

Sancochando una antropología teológica: Un “sopón” puertorriqueño como método heurístico

Sancochando una antropología teológica: Un “sopón” puertorriqueño como método heurístico

Héctor Varela-Rios
University of Chicago Divinity School

Abstract

El afirmar que la teología es cultural ha sido bien establecido desde su incepción como prácticas académicas y cotidianas. Sin embargo, ver cultura como una práctica propiamente teológica ha sido menos estudiado. Al explorar

la relación ambigua entre teología y cultura desde el punto de vista de estudios culturales y teología académica, y usando la noción de sopa “espesa” conocida como sancocho como método heurístico, propondré que antropología teológica (es decir, del ser humano) es siempre un acto de sancochar, de estofado y estofar sus contextos mezclados (es decir sus ingredientes) y procesos de contestación (es decir sus pasos de cocimiento), de hacer y no hacer nuestro sabroso “ser” “humano” personal y comunal.

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Written by hti

Notes

[1] Parte del título fue tomado prestado del artículo de Dwight Hopkins titulado “Theological Method and Cultural Studies: Slave Religious Culture as a Heuristic” in Changing (pp. 163-180), el cual ocasionó el ímpetu para la presente investigación respondiendo a la siguiente pregunta: ¿es posible obtener conocimientos teológicos de las prácticas culturales cotidianas, pero no necesariamente religiosas? Mi respuesta, la cual contiene este artículo, es evidentemente, sí.

[2] Whitish es mi traducción de blanquitx, un término peyorativo con el que yo crecí. En Puerto rico yo sería considerado blanquito, un hombre nacido privilegio, fenotípicamente blanco para la isla, viviendo en un mundo alterno del que la mayoría de puertorriqueños no participan ni les interesa. Irónicamente, en chicago, so blanquito por otra razón: soy parte de una minoría étnica, un Latino. Una discusión completa de las ambigüedades y complejidades de raza va más allá de mi alcance aquí, pero con blanquito (“whitish”) en lugar de “blanco” (“white” o peor “whitey”) yo quiero hacer explícita la precariedad de mi localidad racial.

[3] Éste ensayo debe mucho, en inspiración y método a trabajo de Ángel F. Méndez-Montoya, The Theology of Food: Eating and the Eucharist, especialmente el capítulo 1, “The Making of Mexican Molli and Alimentary Theology in the Making”. Agradezco a la Profesora Mayra Rivera por señalármelo. Una corta pero relevante cita de este libro: “Nutrir encarna caritas para cada persona” (43).

[4] Antropólogos han estudiado cocinar (y comer) por décadas (quizás desde que el comienzo de la disciplina), como parte de una antropología de consumo. La literatura es vasta. Elijo alejarme de este acercamiento y enfoque en lo teológico a través de una heurística. Tampoco voy a profundizar en lo que constituye una práctica, un asunto abordado por estudiosos reconocidos como Wittgenstein, Bourdieu, y Foucault (Revisar Schatzki, et.al., eds., The Practice Turn in Contemporary Theory, 2001). Con Schatzki, afirmo que “una práctica es un conjunto de hechos y dichos organizados por un grupo de entendimiento, un conjunto de reglas, y una estructura teleoaffectiva [es decir, que importa alcanzar una meta]” (Schatzki, 53). En pocas palabras, una práctica es lo que las personas hacen, en relación a lo que son, necesitan y quieren.

[5] Para una discusión de esto, ver Don S. Browning, A Fundamental Practical Theology: Descriptive and Strategic Proposals, 1996, pp. 5-7. Este es un texto clave para teólogos prácticos.

[6] Hay una unidad de Prácticas Eclesiásticas en la AAR (en Español: Academia de Religión Estadounidense) dedicada a la teología práctica. Otros buenos recursos académicos para la teología práctica son las revistas Practical Matters (www.practicalmattersjournal.org) y Ecclesial Practices (www.brill.com/products/journal/ecclesial-practices).

[7] Swinton and Mowat, xi.

[8] Stuart, 153.

[9] Ibid., 154.

[10] Ibid., 165.

[11] Escribe Halls: “La única teoría que vale la pena tener es aquella por la uno por la que uno tiene que luchar, no aquella de la que uno habla con profunda fluidez.” Por ejemplo, si uno puede siquiera asumir una perspectiva “posmoderna” es debatible. Esta tensión con construcciones teóricas no será explorada aquí, pero permanece crucial para los estudiosos/as.

[12] Converging, 5.

[13] Ibid., 177.

[14] Esta construcción moderna ha sido criticada fuertemente por el pensamiento posmoderno. No profundizaré aquí al respecto.

[15] De acuerdo a los teólogos Latinx José David Rodríguez y Loida I. Martell-Otero, no hay teología sino teología en conjunto, en comunidad. Ver. Teología en Conjunto: A Collaborative Hispanic Protestant Theology (Louisville: Westminster John Knox, 1997).

[16] Ver. Hopkins, Being.

[17] Changing, 14.

[18] Ibid., 36.

[19] Ibid., 35.

[20] Ibid., 125. Otra manera de ver el evento de la Encarnación podría ser, junto con McClain Taylor (ahora Mark Lewis Taylor), “teología como crítica cultural”, pero esto va más allá del método de este ensayo.

[21] Ángel F. Méndez-Montoya, The Theology of Food: Eating and the Eucharist (Chichester: Wiley-Blackwell, 2009).

[22] Referirse a mis auto-descriptores al principio. Por ejemplo, cuando a uno se le pide que se describa así mismo en frente de una asamblea, uno generalmente comienza con su nombre y país de origen. Ambos están evidentemente mucho más ligados a la propia cultura que a la propia teología. Pero después de esos dos, en muchos contextos un tercero “auto-descriptor” podría ser compromiso religioso u orientación. Pero incluso, suele ser culturalmente contingente, como entre “cristianos Latinx” o “teólogos negros”. La cultura es más fácil de hacerla parte de uno mismo que la teología.

[23] Ibid., 9.

[24] Ibid., 163; énfasis mío.

[25] Ibid., 256.

[26] “Lingüístico” se limita aquí a lo verbal u oral.

[27] Para muchos/as lectores/as, debería ser obvio que me he referido a cultura en términos muy generales. Por ejemplo, mi enfoque es muy particular cuando veo a la fuente (sancocho) pero no del todo cuando escribo acerca de su cultura, la caribeña, hasta este punto. Por cierto, esto es hecho a propósito en un esfuerzo de presentar una heurística generalizable. No pretendo una heurística para una antropología teológica Latina, que es un esfuerzo digno y posible proyecto futuro como un aparente y natural próximo paso. Además, no pretendo heurística Latina para una antropología teológica, aunque este elemento esta indudablemente presente debido a la fuente que estoy usando. Una heurística como tal, necesita fluidez y adaptabilidad. También me he referido a la teología en términos amplios. Como el objetivo del ensayo es presentar una heurística, este aspecto es poco desarrollado por diseño. Mi intención es diseñar un patrón, por así decirlo, con el cual construir una antropología teológica, “promiscua, pero precisa”. De esa manera, cualesquiera que sean los contextos y procesos que traiga el/la teólogo/a, determinará qué teología es la que se construye. Estas elecciones metodológicas han determinado mi uso de fuentes bibliográficas y teorías, y como tal esperan ser expandidas (y corregidas) por las ricas fuentes derivadas de académicos Latinx/latinoamericanos/hispanos, entre otros.

[28] Ibid., 104.

[29] Ibid., 164.

[30] Theories, 52.

[31] Cooking, 97.

[32] Ibid., 99.

[33] Ibid., 100.

[34] No que raza y género no están presentes en el sancocho (por ejemplo, estos están en la política de producción y consumo) o que cualquier teología incrustada en estos contextos y procesos no es ya racializada o no tiene género (creo fuertemente que una teología no contextualizada es imposible). Pero estas ambigüedades tendrán que ser exploradas en otro momento; escogí dejar esa puerta abierta para futuras investigación o elaboración.

[35] Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española (Madrid: Espasa, 2001).

[36] Sería interesante investigar si este peyorativo surgió de los orígenes evidentemente más humildes del sancocho dentro de la culinaria del imperio.

[37] Ver http://riskescuelaculinaria.com/cual-es-la-forma-correcta-sancocho-o-salcocho/. Ver también Eating, 122.

[38] Por ejemplo, “si la receta requiere el usa do un horno, préndalo 10 minutos antes de comenzar a asar u hornear” Cocina, 19.

[39] Ibid., 21.

[40] Porqué este es el caso va más allá del alcance aquí, pero me pregunto si la condición colonial de Puerto Rico es la culpable.

[41] Si bien no discutí esto, encontré una fuente que decía que sancocho es un plato español de las Islas Canarias. No es del todo relevante a este ensayo, pero deja abierta la posibilidad de nuevas investigaciones.

[42] Ver http://www.grancanaria.com/patronato_turismo/4806.0.html

[43] De acuerdo a Eating, 138.

[44] De acuerdo a Eating, 137.

[45] Abad y Lasierra escriben: “su comida es reducida a una olla de arroz o ñame, calabaza, o todo junto” (Historia, 499).

[46] Eating, 122-123.

[47] Ibid., 163.

[48] Ibid., 167.

[49] Me recuerdo de un dicho puertorriqueño: “en el hueso está el sabor”.

[50] De acuerdo a Wikipedia, culantro es también usado en la culinaria no caribeña; por ejemplo, en varios de los países centroamericanos y suramericanos, e incluso en varios países surasiáticos—lo cual no es sorprendente, dadas las similitudes climáticas. Profundizar acerca de esto va más allá del alcance aquí. Debo decir: reclamo el recao como inherentemente puertorriqueño.

[51] Converging, 146.

[52] Ver ibid., 136.

[53] Changing, 167.

[54] Hay una frase familiar en Puerto Rico que viene a la mente: “Nadie sabe lo que hay en la olla más que la cuchara que la menea.” Mientras esta frase aparentemente tiene que ver con los peligros de los chismes, su proximidad metafórica a la cotidianeidad y las luchas encarnadas de las articulaciones de la cultura y la teología hacia una antropología teológica que se “cocina” la hacen relevante.

[55] Being, 74.

[56] Ibid.

[57] Ibid., 79.

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